La revista Proceso anunció en su número más reciente que el gran ganador de los comicios en México es el narcotráfico.


 

La descripción del fenómeno es vasto y detallado. Cártel por cártel y estado por estado, Proceso detalla cómo el narcotráfico ha centrado sus esfuerzos en controlar no sólo las zonas de sus rutas de trasiego de droga, sino también en controlar gobiernos estatales y municipales para usar sus presupuestos para beneficio propio, además de cooptar o neutralizar sus respectivas fuerzas de seguridad.


Esta estrategia explica muchos, si no todos, los asesinatos de candidatos en determinados municipios del país y los apoyos dados a sus candidatos favorecidos a diversas gubernaturas que les reportaría a los cárteles un salto cualitativo en el control del poder político. Estados como Sonora, Sinaloa, Nayarit, Colima, Zacatecas, San Luis Potosí, Michoacán y Guerrero enfrentan una intensa intervención del narcotráfico para hacerse de los gobiernos estatales. En algunos, o todos, de estos estados donde ganen los candidatos que apoyen al narcotráfico, hacen que el país se encamine a una situación de poder dual.


El poder dual es aquel donde el poder político constitucional y democrático tendrá que compartir el poder real con fuerzas que son manifiestamente contrarias al ejercicio democrático y legal, pues su propósito declarado es la destrucción del poder constitucional. En el marxismo clásico, el poder dual se concretaba cuando un poder alterno, compuesto por las clases subordinadas en rebelión, se levantaban contra el poder estatal legalmente establecido y crean un Estado alterno propio. Marx desarrolló su tesis sobre el poder dual en su libro La comuna de París, en referencia a la rebelión de la plebe francesa contra la realeza de su país.


Esta elección es histórica por muchas razones, pero la razón histórica más siniestra es que marcará la consolidación del poder dual en México. Municipios y zonas enteras serán “territorio libre” del narcotráfico, al igual que algunas gubernaturas y sus respectivos estados. El poder estatal nacional deberá conciliar, entonces, entre sus responsabilidades constitucionales y el empuje anticonstitucional de los poderes alternos. Hasta que uno venza al otro.


Ahí está el reto. El problema es que el gobierno constitucional mexicano no tiene, aparentemente, ni la voluntad política ni la disposición que requiere la tarea de derrotar al poder alterno, en este caso el narcotráfico. Tampoco se decide a enfrentar el crimen organizado de forma frontal. Por tanto, lo que arroja esta elección como su resultado más importante es que el poder dual se consolida en México. Y abre un periodo de confrontaciones entre constitucionalismo y legalidad, y la propuesta contraria: la imposición del narcoestado en el país.


Gravísimo !!!

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