Nota del Colectivo La Palabra:
LA TRANSFORMACIÓN DE GOBERNADORES constitucionales
en ‘virreyes’ o caciques regionales ocurrió desde antes del gane de la
Presidencia de la República por parte de Vicente Fox Quesada y el Partido
Acción Nacional, en 2000, como entonces se preveía con el consecuente
desmoronamiento del Revolucionario Institucional (PRI) como el partido de
Estado y de la figura del Presidente como ‘el hombre fuerte’ de México tras 71
años en el poder.
De acuerdo con «El error elitista», artículo de
Federico Anaya Gallardo que en seguida compartimos, dicha conversión y el
resquebrajamiento presidencial inició desde la ilegitimidad creciente del
Salinato, que para congraciarse con los mandatarios estatales les liberó
recursos (desde antes que Fox les entregara las utilidades de los excedentes
petroleros), y los fue dejando hacer de todo sin llamarlos a cuentas.
Herederos de esa inercia del desfalleciente priísmo
de los 1990 son los gobiernos del Estado de Durango de entonces a la fecha,
encabezado hoy por José Rosas Aispuro Torres y su ‘corte’ (que alcanza al
alcalde capitalino Jorge Alejandro Salum Del Palacio), que no obstante que el
año pasado fueron exhibidos por el Sedeco-Gate, ahora se les descubre un
segundo “Aispuro-Gate” al tiempo que la recién salida LXVIII Legislatura
(2018-2021) le autorizó un millonario endeudamiento por 7 mil 244 millones de
pesos un día antes de dejar el Congreso local.
El Sedeco-Gate consistió en el reparto ilícito de
60 millones de pesos entre familiares de funcionarios estatales y dirigentes
empresariales, en 2020, a pesar de ser destinados por el Gobierno Federal a
pequeños comerciantes en apoyo por la Contingencia Sanitaria a causa de la
pandemia de Covid-19.
Redes sociales denunciaron en la última semana el
Aispuro-Gate, un similar e inexplicable reparto de $58 millones entre empresas
y personas físicas que incluyen a políticos, como a Chilchota Alimentos,
Sociedad Anónima de Capital Variable, propiedad de la empresaria, exalcaldesa y
exsenadora gomezpalatina Juana Leticia Herrera Ale; además a Eduardo Aispuro
Barrantes: hijo del Gobernador; y al exdiputado local, actual diputado federal
y supuesto sucesor de José Rosas: Juan Carlos Maturino Manzanera.
Todo ello, creyéndose impunes frente a la nueva
sinergia de la Cuarta Transformación: la 4T. Es decir, “ven la tempestad y no
se hincan”.
EL ERROR ELITISTA
Federico Anaya Gallardo / JULIO ASTILLERO
Martes 7 de septiembre de 2021
https://julioastillero.com/el-error-elitista-autor.../
SIGO CON EL RECUENTO de los errores cometidos por
nuestras élites políticas en 2003, trabajo iniciado en las dos entregas
previas. Hoy quisiera subrayar la falta de visión mostrada por la nueva élite
panista que ocupó durante los primeros doce años de este siglo la
administración federal. El corto espacio de un medio como éste impide
complejizar las explicaciones, lectora, pero para avanzar con sistema te
propongo revisar algo que el grupo Nexos denunció desde octubre de 2011. En la
revista Nexos 406 el grupo de Aguilar Camín se quejaba amargamente de que “la
democracia mexicana diluyó el poder central. Previsible, aunque inesperadamente,
repartió sus demasías entre los gobiernos estatales…” (Liga 1) Te recomiendo,
lectora, ver la caricatura de Víctor Solís con que Nexos ilustró aquel número y
que se incluyó en la página 32.
Solís nos muestra la ilusión del político minúsculo
que se mira en el espejo de sus ilusiones como un ‘gran duque’ cuando en
realidad su ‘gran estatura’ la debe al dinero y a las urnas… aunque éstas están
rodeadas de ratas, basura, desperdicio de agua e incendios. Entre 2012 y 2018
vimos con horror lo que esta feudalización del arreglo federalista causó de un
extremo a otro de la república. En agosto de 2018 sugerí, desde Regeneración,
que la propuesta obradorista de crear 32 coordinaciones estaduales que concentrasen
en cada entidad federativa las tareas de las muchas delegaciones federales era
un mecanismo para contrarrestarla. (Liga 2) En 2021, a tres años de la
administración López Obrador una de nuestras tareas pendientes es evaluar qué
tanto se ha avanzado en controlar la fragmentación previa.
Hay que decir que el escándalo que la tendencia
feudal de la federación mexicana causaba en los intelectuales de Nexos era
sincero y que el fenómeno era (y sigue siendo) real. Lo que sorprende es que
pese a lo brillante de sus análisis, esos ensayos resultaran cortos. Veámoslos
en detalle.
Luis Rubio, en su ensayo «De la falsa monarquía al
feudalismo imperfecto» (pp. 33-36) señalaba que hubo “consecuencias no
anticipadas” de la transición política y que su “característica principal […
había] sido la transferencia de poder y recursos del gobierno federal y de la
presidencia hacia los gobernadores, poderes fácticos y actores de la más
diversa índole, todos unidos por el hecho de encontrarse aislados de la
ciudadanía, carentes de obligación de rendir cuentas y, para todo fin práctico,
sin contrapeso alguno”.
Otto Granados Roldán afirmaba en su «¿Virreyes o
gobernadores?» (pp. 37-40) que los mandatarios estaduales pasaron de la
‘anemia’ a la que les condenaba la presidencia imperial del siglo XX a una
‘obesidad’ causada por el flujo creciente de recursos fiscales que una
presidencia debilitada debió entregarles a partir de 1994. En 2011 el
exgobernador salinista de Aguascalientes (1992-1998) nos decía que “esa
constelación de hombres y mujeres fuertes [las y los nuevos gobernadores] se
[movía] sin tener como referencia fundamental al presidente en turno ni estar
sometidos a su guillotina. A escala local, sus hábitos suenan más a hegemonía
que a democracia”. (Preguntemos a las y los periodistas locales que sufren esto
todo el tiempo).
Por su parte, Luis Videgaray Caso (sí, el mismo de
los escándalos financiero-parlamentarios de hoy) en su ensayo «Las cuentas
veras» (pp. 41-42) tranquilizaba a las audiencias de Nexos señalando que, si
bien los nuevos señoríos feudales podían endeudarse con la banca privada y
tenían la mala costumbre de ‘pasarle’ el pago de sus malos negocios a la
Federación, desde la crisis de 1995 se había previsto que este pago de
emergencia saliese de las participaciones de cada entidad federativa —es decir,
de los impuestos que ellas mismas generan. (Lo que no nos dijo es qué pasaría
cuando la recaudación del Estado fuese escasa…) A este problema respondía el
ensayo «Soberanía Vs. Transparencia» de Juan E. Pardinas (sí, quien dirige hoy
Reforma) recordando que hasta 1934 había cuatro (y no tres) países en la
América Septentrional. Junto a México, Estados Unidos y Canadá estaba Terranova
—una nación autónoma, miembro separado de la mancomunidad británica, hasta que
“una crisis de endeudamiento transformó a este país, con bandera e himno
nacional, en una provincia más dentro […] de Canadá”. Lección: las federaciones
son una manera de arreglar la irresponsabilidad financiera de los señoríos
feudales, pero los absorben políticamente.
Pardinas agregó datos relevantes acerca de cómo se
comportan los señoríos feudales. Reportaba que la deuda pública de la Coahuila
de Humberto Moreira (PRI) había saltado de 323 millones de pesos a 32 mil
millones en sólo seis años; y que en 2010 el Nuevo León de Rodrigo Medina De la
Cruz (PRI, 2009-2015) “decidió restringir el acceso a información básica sobre
la deuda pública estatal. Datos como las tasas de interés a las que contrataron
los créditos y los pagos programados para saldar sus pasivos, quedaron
clasificados como información confidencial hasta el próximo sexenio” —es decir,
a partir de 2016 (gobierno del independiente Jaime “El Bronco” Rodríguez
Calderón, el señor de las cuentas oscuras en su campaña presidencial en 2018).
Pardinas reportó que el Instituto Mexicano de la
Competitividad (Imco), que él dirigía hace una década, luego de un estudio de
32 solicitudes de transparencia a las entidades federativas, había concluido
que “las prácticas de opacidad financiera [eran] generalizadas” y que crear un
sistema nacional que les obligase a ser responsables provocaría que “muchos
gobernadores se desgarra[sen] las vestiduras para defender la soberanía de no
rendir cuentas [¡los hemos visto!]”. Aparte, cambiar las reglas requeriría una
reforma a la Carta Magna federal y “la mayoría de los Congresos estatales,
controlados por los mandatarios en turno, serían los encargados del proceso
final para aprobar modificaciones constitucionales” —por lo que tal reforma
sería poco menos que imposible.
El panorama feudalizado que Nexos describió en 2011
es el que enfrentaron las dos administraciones federales panistas. Sabemos que
Fox derrochó su legitimidad como ganador de la transición de 2000 y que en 2006
Calderón llegó tocado por la ilegitimidad de un empate democrático malamente
procesado por el sistema electoral. Ambos se enfrentaron con desventaja a una
manada hambrienta (la metáfora no es exagerada) de gobernadores y gobernadoras
que no les dieron cuartel. Pero esta correlación de fuerzas no termina de
explicar por qué ambos decidieron ignorar el peso de la izquierda partidista
que, en el nuevo régimen de partidos, en 2003 tenía seis de las 32
gubernaturas.
Adelanto mi explicación
Releyendo los diagnósticos publicados en 2011 por
Nexos 406, descubro que todos están ‘enamorados’ de una visión de élites. Los
sectores populares no aparecen sino cuando se habla de una ausencia. Las y los
gobernadores están aislados de la ciudadanía, sin contrapeso (Rubio). Los
hábitos de esos hombres y mujeres fuertes suenan más a hegemonía que a
democracia (Granados). Las legislaturas estaduales están dominadas por la
gubernatura (Pardinas). Es más, Videgaray hace la apología del poder feudal al
presumir que su gobernador, Peña Nieto (2005-2011), había resuelto muy bien el
problema del endeudamiento mexiquense.
¿Y la ciudadanía? ¿Y los movimientos sociales? De
ellos no hablaban los analistas de Nexos. Y es evidente que esos temas tampoco
importaron a los gobiernos federales panistas. En esto consiste la histórica
traición de Fox. El caso de Calderón es —si cabe— más grave. Luego de julio de
2006, supo que el estrechísimo margen que le coronó presidente se debía más a
la ‘operación’ de gobernadores y líderes sindicales tradicionales que al
movimiento ciudadano que estaba detrás de su emergencia electoral. (Recordemos
cómo durante la campaña el panismo se alzó de 32 por ciento en las preferencias
en enero 2006 —frente a 38% de AMLO— hasta lograr empatar al puntero en julio
de 2006).
El resultado del “haiga sido como haiga sido” fue
el pago de canonjías a los elbistas y la profundización del ‘feuderalismo’ y la
‘dinerocracia’ denunciados en Nexos 406 (p. 46) por Genaro Borrego Estrada
(gobernador de Zacatecas, 1986-1992; director de asuntos corporativos de
Fomento Económico Mexicano, S.A.B. de C.V: FEMSA, desde 2007 —alguien que sabe
algo del fenómeno).
En este ‘pecado elitista’ de nuestro inicio de
siglo XXI reside el quiebre social (y la violencia caótica) de los estados
adonde las élites estaduales tenían menos control sobre las comunidades y
organizaciones populares —y que son aquellas en las cuales la Izquierda debería
haberse consolidado como una opción democrática. Analizaré ejemplos de lo
anterior la semana que viene. / JULIO ASTILLERO
Liga 1: https://www.nexos.com.mx/?p=14508
Liga 2: https://regeneracion.mx/el-federalismo-en-mexico-y-los.../
FEDERICO ANAYA-GALLARDO. Abogado y politólogo.
Defensor de derechos humanos. Ha trabajado en Chiapas, San Luis Potosí y Ciudad
de México.
https://twitter.com/ANAYAFederico
https://julioastillero.com/el-error-elitista-autor.../
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