Por: Gilberto Jiménez Carrillo
Según el diccionario español, bribón es quien vive en holgazanería
o se da a ese género de vida. A la chusma política, pertenecen los personajes
que, debido a sus actuaciones o declaraciones, sacan a relucir su bajeza y
ruindad. El presidente del partido a nivel estatal y el representante de los
diputados de Morena en la pasada y recién terminada legislatura, se salieron
del recinto cuando se propuso votar la iniciativa del titular del Poder
Ejecutivo a fin de obtener la autorización para contratar una nueva línea de
crédito y la restructuración de la deuda que tiene Durango.
Estos dos bribones se abstuvieron de votar, pues muy “pichitos”
abandonaron el Congreso y no votaron ni a favor ni en contra, ni fríos ni
calientes, en cambio sí tibios, como han sido siempre. Como si fueran los dos
amigos que por no venirse de oquis robaron Guanaceví, el par de bribones
regresó cuando terminó la votación y le pidieron al presidente de la mesa
directiva añadiera sus votos en contra, pero ya era demasiado tarde, así de cínicos
cuando su obligación era estar presentes.
Cabe mencionar que, de los 25 legisladores, los únicos que pasaran
a la historia como dignos y honorables son Sandra Amaya y Claudia Maldonado
Domínguez, estas dos diputadas tuvieron más dignidad y valentía que los otros
veintitrés. El atraso de un país y de una entidad federativa es también
responsabilidad de los electores. Porque si los ciudadanos se desentienden de
la política y no participan activamente, esta queda en manos de los bribones.
Quizá uno de los problemas de Durango, es haber permitido que todo tipo de
intereses corruptos se hayan instalado a sus anchas en las élites
políticas. Es por ello que, salvo honrosas excepciones, en los últimos años el
Congreso del estado se ha poblado de personajes turbios y corruptos, embusteros
profesionales, incluso granujas de poca monta y buscavidas interesados solo en
encontrar una forma fácil de ganarse el sustento.
Personajes sin convicciones políticas, ya sea de derecha o
izquierda, y mucho menos vocación de servicio público. Salvo honrosas
excepciones insisto, el Congreso de Durango es hoy una muestra de cómo puede
degenerar la vida política si sus ciudadanos no se interesan por ella.
A la situación de pobreza o empobrecimiento de miles de
duranguenses y ante la impotencia y vergüenza de los gobernantes para resolver
sus problemas, ahora le agregamos la pérdida de credibilidad hacia Morena por
culpa de un par de bribones que en su último día como diputados locales
resultaron unos impostores entregados al abuso de poder, exactamente igual que
como cuando eran priistas. Por culpa de estos dos bribones de ahora en adelante
los expriistas que quieran ingresar a Morena tendrán que hacer mil planas con
letra cursiva escribiendo la frase no mentir, no robar y no traicionar. Morena
tiene que empezar por expulsar a los dos bribones que se colaron al partido, de
lo contrario, estos personajes, como buenos bribones de siete suelas, se
meterán a sus cuchitriles para esperar a que amaine la tormenta, mientras se
gastan el dinero que les dieron como bono de retiro como premio a sus
bribonadas y aprovechar para escribir un ensayo con el tema “el arte del
desprestigio versión Durango”. Los ciudadanos hacemos más que los políticos,
que satisfacción es llegar a tu cama y poder dormir tranquilo porque sabes que
hiciste algo bien ese día. Estos bribones se han entregado a la política
porque les resulta una industria lucrativa, además no saben hacer otra cosa.
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