Hay
una cosa curiosa de los millones que encontramos en la personalidad y gustos
del Gran Héroe y Revolucionario Francisco Villa.
Él
amaba a los caballos, parecía que se funcionaba con ellos al montarlos, nadie
le ganaba en las corridas y en frenar a un caballo sobre la veloz marcha que
podría ser mortal para el jinete. De aquí se deriva su apodo del Centauro del
Norte, o del Centauro de Oro, ya que cuando a lo cercano los federales,
pelones, Porfiristas y traidores miraban al General montando a su potro negro,
mejor dejaban las armas en el suelo en son de rendición.
Creían
que era el mismo Santanas, montando a otro Diablo, según las rocambolescas
historias de sus detractores y enemigos. Ya que el General, de ser un ser
humano que lloraba sin consuelo ante el sufrimiento, desgracia y dolor de su
amado pueblo.
También
podía convertirse en cuestión de segundos, en una fiera desalmada y sedienta de
sangre para vengar y hacer justicia por los más desprotegidos, por el campesino
esclavizado que iba a por su auxilio, por las poblaciones enteras de pobres que
sufrían por el cacique burgués de la zona que los martirizaba y asesinaba sin
consecuencia alguna como si se tratase de un animalito.
El
General, dejando aún lado todas estas facetas, era un apasionado por las motocicletas,
como de los caballos.
En
esta foto, lo vemos con una motocicleta Indiana Scout 1921, que llegó al país
en 1906, cinco años después de su creación. Fue manufacturada por la compañía Indiana
Motorcycle, la primera fabricante de motocicletas en los Estados Unidos.
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