Habían dicho que sería en Tamazula y resultó ser en Mapimí,
donde se realizó la Asamblea Estatal de MORENA. Allí, los delegados distritales,
simularon la renovación de sus órganos directivos, pues en términos reales, el control
continúa en manos de Otniel García Navarro y Marina Vitela, estos dos
personajes que por cierto resultaron ser muy amigos, y pasaron por encima de
los grupos que se aliaron para derrocarlos.
Muchos vaticinan la
debacle de MORENA, dado que estos dos amigos, solo han venido acumulando
derrotas electorales desde el 2019 a la fecha, siendo incapaces de unificar al morenísimo,
pues, aunque conservarán su acceso a las prerrogativas, difícilmente lograrán
que les crean, aquellos a los que les mintieron; tampoco podrán recuperar la confianza,
de aquellos a los que les han robado, y es muy poco probable que se la vuelvan
a jugar con ellos, los que fueron traicionados.
Lourdes García Garay resultó electa como presidenta del
Comité Ejecutivo Estatal en la Asamblea de Mapimí, muy cercana a Otniel, y también
goza de antecedentes tricolores que el morenismo no va aceptar tan fácilmente.
García Navarro pasó de ser delegado con funciones de presidente, a secretario
General.
Evidentemente, Otniel estará al mando tras bambalinas, con la
posibilidad real, de tomar nuevamente las riendas, ya que Lourdes es suplente
del regidor Nacho Fuentes, y si, en un momento dado éste solicita licencia al
cargo, García Garay dejaría el espacio libre para que, por prelación, Otniel
ocupe “legalmente” la dirigencia. No cabe duda que estos dos amigos “traiban”
maquinaria con muy buenas baterías, para desclavar los trenes del proceso
interno y hacer los cambios de vía rumbo al 2024, donde pretenden hacer la
dupla para el senado.
En la Asamblea de Mapimí también eligieron a Marina Vitela
como presidenta del Consejo Estatal. Dicen que entró en “caballo de hacienda”
con el respaldo unánime de los delegados, sin embargo, para el morenismo que se
siente agraviado por esos “agandalles”, Marina realmente llegó en un caballo
“oscuro”, marcado por los errores que derivaron en la derrota electoral. Otniel
por su parte, llegó cabalgando en un “jovero”, sumamente cuestionado por aferrarse
a las prerrogativas del partido cuatroteísta, porque a pesar del intento de
agarrarlo en la jugada al pretender anular las asambleas distritales, a Otniel,
como a José, en la esquina del mercado de la Comisión Nacional de Elecciones,
con el aval de Carlos Alberto Evangelista, lo ataron, y se les fue; quizás
sería por su buena suerte, que a Otniel, no le tocaba.
Sin duda habrá impugnaciones a cargo de los adversarios
internos a Otniel y Marina, estos dos amigos que fueron a Mapimí, y no se
vinieron de oquis, pues ratificaron el control absoluto de MORENA en el Estado.
Ahora, el morenismo duranguense tendrá que prenderle más veladoras al “Santo
Niñito” y a “San Andrés de Macuspana”, pues el panorama no pinta nada bien.
Ciertamente, cabe la posibilidad de que se dé una “reconciliación
mágica” con la que se “recobre la unidad”, porque hay antecedentes muy recientes
de ello, que involucra a los dos amigos, donde quizás Marina le dijo a Otniel,
no te pongas amarillo, vamos a quedarnos con MORENA, aunque se enoje el
“viejillo”, a lo que Otniel le contestó: “Amarillo no me pongo, ni amarillo es
mi color; me he quedado con partidos grandes y he sacado candidaturas, al
vapor”.
Twitter: @LaloSerranoZ
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