Crédito: Yésica Esbeyre Félix Teran
El día de hoy ha muerto una mujer más a causa de la meningitis, Lizbeth Jocelyn, una niña apenas, una madre la cual tuvo en sus brazos a su hijo recién nacido solo unos cuantos días, no podrá alimentarlo, ni llevarlo a la escuela, ni verlo crecer; porque le arrebataron la vida, fue asesinada.
Así como Jocelyn, 33 más han muerto, he visto cómo se les va la vida, cómo se van apagando poco a poco y nadie hace nada, nadie dice nada, fingimos que no pasa nada, solo queda el dolor, el coraje, la incertidumbre, el silencio y la impotencia.
Me siento honrada por las personas y familiares que me han pedido que alce la voz, que exija justicia y dignidad en su lucha contra la impunidad, complicidad y silencio que han venido manejando las autoridades.
A mí no me mueve ningún interés partidista o político, no es necesario de que se me investigue, solo soy una mujer a la que le han tocado sus fibras más sensibles, una madre indignada, un miembro más de la sociedad que tiene sed de justicia, que ve el silencio y complicidad de algunos medios de comunicación de ya no informar está situación.
Cómo
sociedad tenemos la responsabilidad de acompañar a estas familias en su clamor
por justicia, hay muchas preguntas sin respuesta e incertidumbre, no hay una
explicación del porque sus hijas fueron asesinadas.
Feminicidios
perpetrados por personas sin escrúpulos, motivados por la avaricia y deseos de
enriquecerse a costa de la vida de madres
Duranguenses y la omisión y complicidad de las Instituciones públicas, corruptas e inoperantes. Estos asesinatos no pueden permanecer en secreto y en el olvido, no podemos quedarnos con los brazos cruzados, no podemos quedarnos sin el coraje y la dignidad del alzar la voz, de decir basta, de exigir justicia, le pido a la sociedad, a las mujeres y madres como yo a unirse a esta exigencia, solo unidos podemos lograr cambios contra la impunidad y la corrupción.
¡Alcemos
la voz, exijamos justicia y cárcel para los culpables!
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