Los náufragos del PRIAN secuestran a Morena en Durango para su beneficio
económico y político
Mauricio Yen Fernández / COLECTIVO LA PALABRA
EN TIEMPOS EN QUE EL PRI era hegemónico y monolítico, también se le conocía
como el Partido Único, Partido de Estado o 'la aplanadora electoral', entre
otros tantos calificativos de su condición hegemónica absoluta.
El mismo instituto político que se mantuvo en el poder presidencial por 71 años
ininterrumpidos desde su fundación en 1929 como Partido Nacional Revolucionario
(PNR), que en 1938 cambió su denominación por Partido de la Revolución Mexicana
(PRM), y en 1946 a Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta la fecha,
sin que pase inadvertido que en el año 2000 aparentemente pierde el poder ante
el Partido Acción Nacional: el PAN, en una farsa electorera, que en la realidad
de los hechos y procesos nos indican que, en este momento de hartazgo ciudadano,
los electores votaron mayoritaria y contundentemente por un cambio.
Sin embargo, todo fue una simulación pues ya desde 1988 el fraude contra el
Frente Democrático Nacional (FDN) —delito impulsado por la alianza en defensa
del modelo neoliberal que abanderaba Carlos Salinas de Gortari— conformó la
alianza PRI-PAN de donde nació su síntesis: el PRIAN, para imponerle a México
la versión más conservadora, retrógrada y reaccionaria de la política
neoliberal.
Por todos estos antecedentes, la elección de Vicente Fox Quesada por el PAN,
más que una alternancia política partidaria, de giro ideológico, y menos aún de
cambio de rumbo político, económico y social, en realidad se trataba de un
acuerdo 'en lo oscurito' de las mafias del poder para turnarse la Presidencia
de la República, conformando un cogobierno del PRIAN para garantizar así el
continuismo neoliberal.
Un gatopardismo en el que el cambio que proclamaba Fox era "un cambio para
que nada cambiara".
El PRIAN no es una entelequia, es un ente político real, como lo acabamos de
ver ya sin máscaras en la reciente elección de junio de 2021, en que no sólo se
quitaron los viejos y carcomidos disfraces que se pusieron en 1929 el PRI y
diez años después el PAN: el primero de revolucionarios y nacionalistas, y los
azules fascistas de decentes demócratas cristianos, fariseos pronazis.
El terremoto de las conciencias convertido en tsunami electoral el domingo 1º
de julio de 2018 barrió al viejo régimen y le despojó a jirones los disfraces
para mostrarlo como lo que siempre fueron el PRI y el PAN, hermanos siameses.
Expulsados del gobierno, ahora son patrocinados y tutelados por sus patrones,
los oligarcas más voraces, beneficiarios directos de la corrupción y el saqueo
de los recursos públicos y de las riquezas del suelo y del subsuelo, de
concesiones a los gerentes y propietarios más corruptos de la oligarquía nativa
y trasnacional, agrupados en los organismos empresariales y patronales para
enfrentar al movimiento popular de la Cuarta Transformación Nacional con el
sólido liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, el mejor Presidente del México
contemporáneo.
Este proceso político de cambio verdadero que siguió al arrollador triunfo del
pueblo hace tres años, se está reflejando en cada milímetro del país.
Un proceso de parto psicosocioprofiláctico, lento, sin violencia y sin dolor,
de altísimo contenido político y social en el que a cada segundo, cada minuto,
cada hora, cada día, semana, mes y año el viejo régimen va muriendo y el nuevo
va naciendo. Proceso que no se detiene ni retrocede.
Ésa es la naturaleza dialéctica de la Cuarta Transformación de la vida pública
de México en todo el país, pero con una característica de mayor atraso en
Durango, en que este proceso de cambio deja ver las estampas más chuscas, propias
de la picaresca política que revive los usos y costumbres más primitivos y
atrasados, las prácticas políticas propias del PRIAN, como la célebre
'estampida de los búfalos', cuando corrían a felicitar y abrazar a quien
resultaba agraciado con el clásico 'destapado'; o el más abyecto 'chapulín',
más actualizado.
Esto es justamente el fenómeno que experimenta el Movimiento de Regeneración
Nacional (Morena) aquí, con el éxodo de náufragos y damnificados que desde el
año del terremoto y derrumbe del PRIAN empezaron a 'brincar' sin el menor pudor
con otro disfraz del partido triunfador.., aunque cabe aclarar que no
'brincaron' como simples militantes de base, sino a los puestos dirigentes, a
las candidaturas y, por consecuencia, a los seguros cargos públicos gracias a
la fuerza política del Presidente AMLO.
Esa tragicomedia durangueña lo único que viene a corroborar es que lo que
inició como un rumor, en el sentido de que a Morena-Durango la compró el
exgobernador prianista Jorge Herrera Caldera, un bobo pelele de Ismael
Hernández Deras, quien le heredó el poder del gobierno y cursó la escuela de
mañas y corrupción más alta y poderosa del estado, misma que lo convirtió en
otro gánster emanado de político, donde lo más seguro es terminar la gestión
convertido en multimillonario.
De esta forma, comprar la franquicia de Morena y 'en paquete' a todas las
candidaturas de diputados locales y federales, presidencias municipales y
regidurías, con la marca registrada y gananciosa de Regeneración Nacional, era
una muy segura y rentable opción de inversión, para lo cual entregó al delegado
de todas las confianzas de AMLO, otro gánster de los bajos mundos de la
política oportunista: Rosendo Salgado, a quien lo une una estrecha relación
desde que se conocieron en el Congreso de la Unión, en el fugaz paso de Herrera
Caldera como diputado federal antes de ser candidato y gobernador tras sortear
un litigio por fraude que se dirimió en las mesas del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
En esa trama, hay testimonios en el sentido de que Herrera Caldera ya como
exgobernador le entregó una cantidad superior a los 200 millones de pesos a ese
tenebroso personaje, cuyos pésimos antecedentes lo ubican en la Delegación
Tláhuac de la Ciudad de México.
Al igual que muchos de los filibusteros de la más que dudosa reputación que
desde la época colonial han llegado como conquistadores a esta noble tierra,
Rosendo Salgado fue muy bien recibido por su amigo, el entonces gobernador
Jorge Herrera Caldera, quien lo instala en una residencia en una de las zonas
más caras de la ciudad: la colonia Real del Prado.
Ahí abrió las flamantes oficinas de Morena, luego de ser nombrado Delegado
General en el Estado de Durango, haciendo a un lado a todos los fundadores del
Movimiento, quienes desde el año de 2012, luego del segundo fraude
presidencial, y en los siguientes 2013 y 2014, luego de la salida masiva del
Partido de la Revolución Democrática, iniciaron los recorridos por las bases de
la ciudad y los municipios del estado para acabar de vaciar al PRD, que ya
estaba en manos del gobierno de IHD, e iniciar la nueva afiliación, haciendo
todo el trabajo de reclutamiento cuando aún no nacía Morena.
Pero sin recursos, con pura convicción se mantenía vivo el Movimiento, alejado
de intereses particulares o de grupo, menos aún de 'chapulines' priístas que
brincaron a Morena luego del tsunami electoral del domingo 1º de julio de 2018,
fecha en que el pueblo dijo "basta de robo, de despojo de los presupuestos
públicos, de la corrupción generalizada de los tecnócratas neoliberales que se
enriquecieron a costa de la pobreza, el sacrificio y la violencia contra los de
abajo".
Es entonces que al derrumbarse el viejo régimen del PRIAN, los náufragos
'brincaron' a Morena como una plaga de chapulines con el objetivo de seguir
medrando con las viejas mañas del agandalle sin siquiera haberse afiliado,
mucho menos de haber movido un dedo y ningún esfuerzo en la formación del
Movimiento de Regeneración Nacional, ni siquiera saber qué significado tiene la
4T en la vida pública de México. / COLECTIVO LA PALABRA
Ver menos
— me siento pensativo(a) en Durango, Mexico
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